domingo, 29 de junio de 2014

Crítica a The Strokes

Ya sé que hace más de un año que los Strokes sacaron su último disco, pero por aquel entonces este blog no existía, y no he podido digerir el trauma hasta ahora.

Los Strokes fueron buenos, y mucho. Hicieron uno de esos discos redondos que no todas las bandas consiguen a lo largo de sus carreras (Is this it), y continuaron con otros dos álbumes que se mantenían en la línea pero con cierta madurez y elegancia adquirida por los años. Pero luego tuvieron un parón de 3 años en los que Julian Casablancas, el cantante de la banda, asegura que los pasó de resaca debido al cebollazo acumulado de una gira de dos años con sus consecuentes juergas y desfases. Albert Hammond Jr. no tenía suficiente con los cubatas y durante ese retiro tuvo que desengancharse del caballo. Con esto quiero decir que cuando lanzaron Angles en 2011 se podía comprender que sacaran un álbum más relajado y reflexivo que los anteriores, por ese "cambio de ciclo" que habían vivido los miembros de la banda. Y conste que Angles tiene varias canciones dignas, como Under cover darkness.



Pero hace un año lanzan Comedown machine, y pensé que estaban de coña. Básciamente porque cada canción por separado y el disco en conjunto era una parodia de sí mismos. Hay discos de los que una banda no se puede sentir orgullosa.
Los Strokes se distinguían por unos riffs sencillos pero pegadizos (algo admirable), canciones de melodía alegre y letras propias del nihilismo neoyorkino que representa Casablancas. Bien, tenían su estilo, dos guitarristas realmente buenos (Nick Valensi, rápido y limpio; y Hammond, más creativo y oscuro).

¿Y qué nos encontramos en Comedown machine? Juzguen por ustedes mismos. Todas las canciones tienen una base 4x4 que se repite hasta el infinito y más allá, con una voz invariable, suave y discotequera; cuando Casablancas nos tenía acostumbrados a gritos desgarradores, ahora esperen como mucho un uh uh uh uh uh



Simplemente, y para finalizar, comparen escuchando un extracto de Comedown machine, y otro de Room on fire; y ya me dicen dónde está Wally, es decir, dónde se ha ido la genialidad de estos chicos.



Feliz domingo.



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